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Dipy atacó a Estela de Carlotto y reivindicó la dictadura: ¿Cualquier idiota puede decir lo que se le ocurre y no pasa nada?

Por Maximiliano Borches. La televisión-basura se potencia en épocas de posverdad. El neofacismo ahora se arma de banalidad y pretende pasar como irracional para gestar su propia razón, porque “pensar aburre”. Desde hace un tiempo, pulula por los medios de comunicación un personaje que representa la síntesis de la estupidez macabra de ese sector de argentinos, que al auto-odiarse por haber nacido aquí, odian cada logro, cada progreso alcanzado. Vestido de fisonomía “popular”, su mensaje derrama millones de lugares comunes, con un objetivo muy bien pensado: desistorizar y desmemorizar. Este personaje, denominado “Dipy”, construido en los laboratorios del marketing político macrista/radical, pasó todo límite tolerable con la Memoria, la Verdad y la Justicia al atacar a Estela de Carlotto, y meterse con su hija Laura, detenida-desaparecida durante la última dictadura cívico-militar. No todo es tolerable sin más. Se gesta un nuevo huevo de serpiente.

Nunca pensé que iba escribir sobre este nuevo personaje de la televisión-basura, este engendro burlesco del marketing político macrista/radical, que sintetiza el sentir y pensar del neofascismo criollo, en tiempos donde no hay límites de ninguna ética y se admite decir cualquier cosa sin siquiera sonrojarse ante la brutalidad, la extrema irracionalidad (razonada) y la banalidad convertida en océano de palabras y gestos vacíos, que perturban y llenan de ruido el vacío temporal que atraviesa esta extraña época pandémica.

Este nuevo personaje del cotillón neofascista criollo, “Dipy”, hoy resignificado en aquella lamentación del Acto V de “Macbeth”, donde el personaje shakesperiano piensa que la vida es «un cuento relatado por un idiota, lleno de ruido y furia, que no significa nada», se refirió de manera brutal a Laura, la hija detenida-desaparecido de Estela de Carlotto, sin dudas la mujer más respetada de la Argentina, y una de las más nombradas en el mundo, a la hora de hablar sobre la resistencia al mal.

En las últimos días, este personaje de cotillón al que nos referimos, conocido como “Dipy”, reivindicó a la última dictadura cívico-militar, luego de sacarse una foto que publicamos en la portada de esa nota, con el –por estas horas- alicaído Mauricio Macri, quien viene sosteniendo un discurso que pretende poner en duda a la democracia presente y futura en Argentina. Un discurso en sintonía con el aplicado por referentes del neofascismo de otros países de la región, como los presidentes de Brasil, Jair Bolsonaro; de Colombia, Iván Duque y por la candidata derrotada en Perú -y muy complicada judicialmente por causas de corrupción-, Keiko Fujimori.

Sin embargo, lo peor de este nuevo personaje mediático creado por el neofacismo criollo, que solo en épocas de posverdad y extrema banalidad como la que transitamos puede tener cabida y repercusión, fue haber metido con quien jamás tuvo que haberse metido: la presidente de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, que a sus noventa años continúa su lucha por recuperar a los cientos de nietos nacidos en cautiverio durante los años del espanto, y por saber que sucedió con los detenidos-desaparecidos, entre ellos su hija Laura Carlotto.

Con la profundidad del infinito amor que derrama Estela en cada palabra, en cada gesto, se dirigió a este nuevo personajes del circo mediático de la posmodernidad, movilizada por la condición de joven de éste, para intentar explicarle el profundo error que comete, y para que no se deje utilizar por los hacedores de la miseria.

En respuesta, este nuevo personaje del cotillón neofascista criollo, “Dipy”, hoy resignificado en aquella lamentación del Acto V de “Macbeth”, donde el personaje shakesperiano piensa que la vida es «un cuento relatado por un idiota, lleno de ruido y furia, que no significa nada», se refirió de manera brutal a Laura, la hija detenida-desaparecido de Estela de Carlotto, sin dudas la mujer más respetada de la Argentina, y una de las más nombradas en el mundo, a la hora de hablar sobre la resistencia al mal.

Así como jamás hay que dejar que se banalicen “Auschwitz”, la Shoá y el horror del nazismo, tampoco hay que naturalizar cuando se ataca a la Memoria, Verdad y Justicia en nuestra Argentina.

El video:

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