Por Maximiliano Borches. El periodismo en Argentina atraviesa uno de sus momentos más críticos desde que se recuperó, para siempre, la democracia en 1983. Obsesionado con domesticar a quienes ejercen el oficio de informar e investigar con objetividad y sentido crítico, para intentar convertirlo en usina de propaganda de su régimen autoritario a través de la propalación de consignas, datos falsos y reportajes guionados desde Casa Rosada, el presidente Javier Milei destila su odio y deja al descubierto sus complejos a través de la hostilidad, ataques de todo tipo, estigmatización, censura, persecución, judicialización y ordenando la represión física en marchas a trabajadores de prensa, que sumado a la alarmante precarización laboral que se vive en los medios de comunicación -a consecuencia, mayormente, de la crisis económica que atraviesa la inmensa mayoría del pueblo argentino-, pone en serio riesgo el desarrollo armónico de esta tarea vital para el funcionamiento de la democracia y la libertad de expresión de la sociedad.
Un monitoreo publicado por el Foro de Periodismo Argentino (FOPEA), publicado esta semana revela «una alarmante proyección de 100 casos de ataques contra periodistas en lo que va del 2025, de los cuales 49 son directamente atribuidos al Presidente de la Nación. Durante 2024 se registraron 179 casos, de los cuales el poder político fue el responsable del 52% de los ataques.”
En este clima de creciente violencia hacia el periodismo y los periodistas, el acceso a la información es cada vez más limitado y se potencia la criminalización de este oficio, a través de una serie de querellas penales iniciadas por el propio Primer Mandatario contra algunos periodistas, con el objetivo de potenciar el odio y naturalizar una práctica que busca silenciar las voces críticas y generar autocensura. Incluso, “se prevén programas de inteligencia que podrían permitir el seguimiento de profesionales de la prensa; verdaderas prácticas asociadas al espionaje”, como alerta FOPEA.
Por otra parte, otro de los retos del periodismo hoy es afrontar la masividad de portales web, espacios de streaming y otras plataformas y redes sociales, que complejizan cada vez más en la sociedad el poder diferenciar a un periodista que ejerce su labor de manera profesional, con rigor y bajo premisas éticas, de quienes informan con el único objetivo de lograr un impacto mediático o instalar una noticia falsa para que se reproduzca. Es en medio de estos avances y amenazas tecnológicas, que el rol del periodismo se torna de vital necesidad para ejercer el oficio con profesionalismo y aportar a la búsqueda de la verdad y el interés público a través de la investigación y la información confiable.
En este sentido se torna necesario aclarar que el uso masivo de las redes sociales nunca podrá reemplazar la labor periodística profesional. Todo lo contrario. La torna aún más necesaria, puesto que así como las redes sociales permiten un mayor debate público, muchas veces conducen a la confusión, desorientación y percepción sobre hechos ciertos y falsedades, y amplían la desconfianza de la sociedad frente a la información. «El riesgo es llegar al extremo en que se pueda insultar y ofender libremente, pero que no sea posible publicar con libertad información cierta y chequeada», afirma FOPEA.
En este contexto de humillación y ataque directo al periodismo y los periodistas en nuestro país, la Argentina cayó 47 puestos en el ranking mundial de libertad de prensa en estos últimos dos años, según Reporteros sin Fronteras, como también que el gobierno de Javier Milei cerró la agencia Télam, restringiendo el acceso a la información y concentrando la pauta oficial, vació de contenido y de voces a la TV Pública y Radio Nacional, y distintos Organismos internacionales y partidos políticos denunciaron el deterioro democrático y exigieron la reactivación de mecanismos de control y protección.
Sin perder de vista las palabras de Ryszard Kapuscinski, quien afirmó que: “La dimensión humanística del periodismo radica en tratar de hacer el mundo más comprensible; porque si nos comprendemos somos menos enemigos; si nos conocemos estamos cerca el uno del otro”; este 7 de junio, Día del Periodista, hay poco para festejar.
Foto de portada: SIPreBA