Miles de escolares salvadoreños —y sus familias— intentan adaptarse estos días a la nueva norma aprobada por el Gobierno de Nayib Bukele, que les obliga a acudir a la escuela con uniforme limpio y un corte de pelo “adecuado”, y a saludar con educación antes de entrar a clase. La normativa, que entró en vigor el miércoles, busca “fortalecer la disciplina y el orden”, según ha dicho su impulsora, la nueva ministra de Educación, Karla Trigueros; y ha dado lugar a multitud de imágenes y vídeos, que circulan en redes sociales, de las insólitas cribas que se están produciendo a las puertas de los colegios. Muchos chavales han pasado en estos días por las peluquerías de todo el país para adecuar su aspecto a lo exigido por el Gobierno.
Bukele ha defendido esas “medidas disciplinarias” y las ha enmarcado en un intento de “transformar la educación”. “Para construir El Salvador que soñamos está claro que debemos transformar por completo nuestro sistema educativo”, ha afirmado el presidente en sus redes. La ministra Trigueros —que es además capitana del ejército— tiene la misión de “preparar a las futuras generaciones para hacer frente a los desafíos del mañana y alcanzar los más altos estándares de calidad”, ha dicho Bukele.
La ministra ha instruido a los docentes y directores de los colegios a “asumir su rol como modelos del orden y la disciplina”. “La omisión de estas disposiciones por parte de los directores será considerada una falta grave de responsabilidad administrativa y dará lugar a las acciones correspondientes”, ha avisado.
Todo el poder en una sola persona
La reelección presidencial indefinida, aprobada esta semana por el Congreso, es el enésimo paso emprendido por el presidente de El Salvador para allanar el camino a perpetuarse en el poder
El presidente salvadoreño, Nayib Bukele, ha abierto esta semana las puertas a perpetuarse en el poder y todos los mensajes lanzados hasta ahora por el político apuntan a que tiene la intención de hacerlo. El jueves, la Asamblea Legislativa, controlada por su partido, aprobó una reforma a la COnstitución que permite la reelección presidencial indefinida, prohibida desde 1983. La enmienda fue aprobada en menos de seis horas y un día antes de que la población salvadoreña se fuera de vacaciones con motivo de las fiestas de San Salvador.
El legajo de reformas a los artículos 75, 80, 133, 152 y 154 de la Ley Fundamental fue presentado por la bancada del partido gobernante Nuevas Ideas y aprobada con 57 votos a favor y solo tres en contra, de los únicos diputados de oposición en el Congreso. Estos cambios no solo desbloquean la elección presidencial indefinida. Además, amplían el periodo presidencial de cinco a seis años y adelantan las elecciones generales a 2027, dos años antes de que termine el actual mandato presidencial. Ambas disposiciones violan la Constitución, tal y como está redactada actualmente.
Los diputados y funcionarios fieles a Bukele han salido a defender la reforma, al asegurar que se trata de un mecanismo para ahorrar dinero público. El argumento es que, al celebrar votaciones cada tres años para alcaldes y diputados y cada cinco para elegir a un presidente, el país convoca constantemente elecciones. Los cambios recientes en la Constitución, sin embargo, se perfilan como los últimos pasos de un largo camino emprendido por Bukele con miras a una apuesta más grande: quedarse en el poder.
Una jugada, catorce años en el poder
Con la reforma aprobada este jueves, Bukele apunta a permanecer al menos 14 años en el poder. El mandatario, de 44 años, ya ha cumplido seis al frente del Gobierno. Para cuando se celebren las elecciones de 2027 habrá cumplido ya ocho al frente del Ejecutivo. El bloque gobernante asegura que el presidente está quitándose años en el poder al adelantar los comicios.
Sin embargo, la oposición en El Salvador es inexistente actualmente y las últimas encuestas le dan al mandatario un apoyo superior al 80%, gracias a su guerra sin cuartel contra las pandillas. Con esos números y con tan poco tiempo para que los partidos opositores se recompongan y planteen una alternativa política real, el mandatario tiene prácticamente asegurado un nuevo periodo, esta vez de seis años, con los que sumaría ya 14 años en el poder.
Tan seguro está de ganar que, entre 2023 y 2024, el Ejecutivo adquirió tres terrenos por un valor de 1,4 millones de dólares, donde iniciará la construcción de una nueva residencia presidencial, a solo tres cuadras de la casa privada donde vive el mandatario con su familia. Esta jugada, sin embargo, es la culminación de una estrategia más amplia, emprendida por Bukele desde que llegó al poder en 2019. Después de alcanzar la presidencia por la vía de las urnas, aplastó al sistema de partidos políticos tradicionales y finalmente, el pasado febrero, les quitó la financiación pública, dejándolos sin capacidad de hacer campaña, mientras que su figura se alimenta de la propaganda gubernamental.
Todo el poder en una sola persona
Desde que asumió la presidencia, Bukele ha orientado sus esfuerzos a controlar todo el aparato del Estado. Primero se hizo con el control de la Asamblea Legislativa, destituyó a los magistrados de la Corte Suprema de Justicia, así como al fiscal general que lo investigaba por actos de corrupción y supuestas negociaciones con las pandillas, e hizo una purga masiva de jueces en todo el país. Después modificó las reglas electorales y redujo el número de escaños parlamentarios para volverse a hacer con la mayoría en el Congreso, que ahora le ha dado poderes absolutos.
Bukele, además, enfiló todo el aparato de Estado a endiosar su figura y presentarse como un ser omnisciente y omnipresente. Durante la pandemia de la covid-19, por ejemplo, cuando el Gobierno desplegó miles de cuadrillas en cada rincón del país para distribuir paquetes de comida a la población sin empleo, los alimentos se entregaban a las personas con el mensaje: “Aquí le manda el presidente Bukele”. En otra ocasión, en una conferencia de prensa en 2022, el presidente dijo que no había un solo baño de ninguna institución que estuviera sucio sin que él lo supiera. En resumen, todo lo bueno que pasa en El Salvador, así sea asfaltar una calle o sembrar un árbol en un parque, es gracias a Bukele. Si es algo malo, es culpa de la oposición.
El País y agencias.