El equipo económico resignó la desaceleración de precios como prioridad absoluta para intentar perforar el piso del riesgo país. La nueva estrategia de bandas móviles enfrenta el escepticismo del mercado sobre la capacidad de financiamiento. El Banco Central lanzó la llamada “fase de re-monetización” para 2026: más pesos en la economía, comprando dólares y acumulando reservas. El oficialismo evita hablar de emisión, pero la apuesta es clara y el margen de error, acotado.
El Banco Central de la República Argentina (BCRA) anunció el inicio de una nueva etapa de su programa monetario para 2026, bautizada como “fase de re-monetización”, un eufemismo para enmascarar la vuelta de la emisión de pesos, considerada un pecado capital para el paladar libertario.
El diagnóstico oficial -explicado mediante un comunicado- es que, tras el fuerte proceso de desinflación de los últimos dos años, la economía quedó con muy pocos pesos en circulación y que ahora es posible aumentar la cantidad de dinero sin que eso se traduzca en una nueva suba de precios.
En términos concretos, el BCRA planea expandir la base monetaria acompañando la recuperación de la demanda de dinero, pero evitando —según subraya— cualquier tipo de financiamiento monetario al Tesoro. La emisión, en este esquema, llegaría principalmente a través de la compra de dólares y la acumulación de reservas internacionales.
El escenario base presentado por la autoridad monetaria prevé que la base monetaria pase del 4,2% al 4,8% del PBI hacia diciembre de 2026. Para alcanzar ese nivel, el Central estima que podría comprar hasta USD 10.000 millones en el mercado de cambios. Si la demanda de pesos creciera aún más —equivalente a un punto adicional del PBI—, esas compras podrían escalar hasta USD 17.000 millones, sin necesidad de absorber luego ese exceso de liquidez.
Re-monetización, el eufemismo incómodo
El propio nombre de la medida no es inocente. “Re-monetización” funciona como un eufemismo técnico para evitar una palabra incómoda dentro del ADN libertario: emisión. En los hechos, el BCRA anuncia que volverá a aumentar la cantidad de pesos en circulación, aunque lo haga bajo condiciones estrictas y con respaldo en dólares. La diferencia no es menor en términos económicos, pero sí en términos políticos: hablar de re-monetizar suena a corregir un desequilibrio; hablar de emitir remite, para el discurso oficial, a una práctica que durante años fue presentada como una estafa inflacionaria. El desafío del Gobierno es que el cambio semántico no termine convirtiéndose en una contradicción material.
El anuncio incluye, además, cambios en el régimen cambiario. A partir del 1° de enero de 2026, el techo y el piso de la banda de flotación del dólar se ajustarán mensualmente según la inflación pasada, medida por el INDEC. El objetivo declarado es evitar movimientos bruscos del tipo de cambio, sin volver a usarlo como ancla rígida.
En paralelo, el BCRA detalló cómo intervendrá para comprar reservas: las operaciones diarias representarán, en promedio, hasta el 5% del volumen del mercado de cambios, con la posibilidad de realizar compras en bloque para no alterar la dinámica del mercado.
El argumento central del Banco Central es que la inflación bajó de niveles cercanos al 290% anual en 2024 a 31,4% en noviembre de 2025, y que ese proceso fue acompañado por un aumento sostenido de la demanda de dinero. Desde esa perspectiva, la economía argentina seguiría sub-monetizada incluso hoy: en otros períodos de mayor estabilidad, la base monetaria llegó a representar entre 8% y 9% del PBI.
Por eso, el Central sostiene que esta expansión monetaria no sería inflacionaria, siempre que la oferta de pesos crezca más lento que la demanda y que se mantenga un sesgo contractivo mientras la inflación local siga por encima de la internacional. Una explicación a la medida de Toto Caputo que genera enormes dudas entre la población en general.
Mariano Moreno Noticias toda la actualizad de la zona
