Javier Milei irrumpió en el escenario político local como un outsider que rápidamente supo capitalizar las innumerables torpezas del tándem Alberto-Cristina Fernández, el deseo de beber más sangre, con el que se quedó la derecha más rancia tras el fracaso de la gestión de Mauricio Macri y las perturbaciones psíquicas y neurosis múltiples que explotaron con la pandemia del Covid-19; que sumadas a la creación de una suerte de “vidas paralelas virtuales” promovidas por las redes sociales –peligrosas armas de colonización cultural controladas por un ínfimo grupo de megamillonarios estadounidenses, donde todo lo convierten en consumo y confort-. En estos dos años de gestión, cerraron casi 30 mil fábricas y pymes, decenas de miles de comercios y se perdieron 300 mil puestos de trabajo privado y casi 60 mil públicos, la calidad de la salud, la educación y las prestaciones del Estado (CyT, mantenimiento de rutas, controles de productos de consumo masivo, deportes, etc.) empeoraron de manera meteórica, las políticas represivas crecieron de manera exponencial y gracias a una habilidosa estrategia de manipulación, sumadas al apoyo decisivo de Washington para que la inminente derrota de las últimas elecciones de octubre se convirtieran en victoria, hoy Milei goza de uno de sus momentos de mayor fortaleza política que en espejo, representa la peor precarización y crisis de la democracia en la Argentina desde 1983. La certeza hoy pasa por saber que todo es una gran incertidumbre. Y en todo este Cambalache, el peronismo se psicoanaliza de manera precaria y atravesado por imparables llantos infantiles a las puertas de la porteña San José 1111 y en Calle 6 entre 51 y 53, de la misteriosa ciudad de La Plata.
“No hay plata”. Milei hizo ese diagnóstico al asumir el cargo como presidente de Argentina el 10 de diciembre de 2023, y advirtió de que se avecinaba un duro recorte del gasto público para eliminar el déficit fiscal y bajar la inflación. A lo largo de los dos primeros años de su mandato, el líder ultra pasó la motosierra por la obra pública, los subsidios a la energía y al transporte, las jubilaciones, los empleos estatales, las universidades y hospitales nacionales y la investigación científica, entre otras áreas de un Estado al que prometió “destruir desde dentro”.
Benefició, por el contrario, a evasores fiscales, importadores, grandes empresas de minería y energía y agroexportadores con el objetivo de atraer dólares y cambiar la matriz productiva de Argentina. Este miércoles, Milei llegará al ecuador de su mandato fortalecido tras la victoria en las elecciones de medio término, pero con una economía que funciona a dos velocidades y que tuvo que ser rescatada por Donald Trump ante la falta de reservas.
Este economista y bufón de la TV de 55 años, que se definía como “anarcocapitalista”, derrotó a Sergio Massa en las elecciones presidenciales de 2023 al capitalizar la bronca y la desesperanza de los jóvenes con los últimos gobiernos de Argentina y sus fallidas políticas económicas: el país acumulaba en ese momento más de una década de estancamiento económico y una de las inflaciones más altas del mundo. Milei, un outsider de la política al frente de un partido recién formado —La Libertad Avanza—, prometió echar a patadas a “la casta” y obtuvo los votos para hacerlo.
Redujo la cantidad de ministerios a la mitad y despidió a más de 50.000 empleados estatales —y se avecinan más—, bajó pensiones, cerró organismos públicos y retiró la financiación a políticas a las que califica como “woke” (un término usado de forma despectiva para aludir a posiciones progresistas de justicia social), como las destinadas a preservar la violencia machista y los embarazos adolescentes no deseados y la defensa de los derechos humanos.
Sus votantes, de todos los estratos sociales, aplaudieron cada una de esas medidas. Muy apegados al discurso presidencial, aplaudían la reducción del tamaño del Estado y consideraban que aquellos que ahora se veían en apuros habían sido privilegiados en administraciones anteriores. Parte de ese resentimiento comenzó a gestarse en la pandemia, cuando muchos asalariados mantuvieron sus ingresos a diferencia de los trabajadores de la economía informal.
Límites a Milei
El primer gran límite social a Milei fue por su ataque a la universidad pública. En Argentina la enseñanza superior estatal es gratuita y ha sido un ascensor social y motivo de orgullo para varias generaciones. El tijeretazo a su presupuesto puso a las universidades al límite del cierre y propició que cientos de miles de personas salieran a las calles en su defensa en abril de 2024. Milei volvió a encontrar nuevos frenos un año después, cuando puso contra las cuerdas al mayor hospital pediátrico del país (y de Sudamérica), el Garrahan: atacó a un niño autista de 12 años y puso en riesgo la continuidad de los tratamientos a los pacientes con discapacidad.
Con el mismo lenguaje violento que lo hizo conocido en los platós de televisión, el presidente tachó de “casta” a través de las redes sociales a todo aquel que se opuso a él, tanto políticos como economistas, sindicalistas, periodistas, artistas y activistas de derechos humanos. “Corruptos”, “mandriles”, “zurdos hijos de puta”, “ratas”, y “degenerados fiscales”son parte de la larga lista de insultos lanzada contra ellos y reproducida por su ejército de trolls digitales.
La minoría oficialista en ambas Cámaras, amplificada por la inexperiencia política del presidente y de buena parte de su primer Gabinete, fue una de las grandes piedras en el zapato del ultra. El respaldo inicial de la oposición dialoguista le permitió apoyar su megaproyecto estrella, la Ley Bases, a los seis meses de gestión. El entusiasmo por haber aprobado una ley que le permitía legislar por decreto en temas económicos y financieros, que abría la puerta a la privatización de algunas empresas y concedía generosos beneficios a las multinacionales que apostasen por invertir en Argentina, desapareció cuando, a mitad de 2025, gran parte de esa oposición le dio la espalda. Los gobernadores provinciales, de los que dependen los votos de muchos legisladores, se sintieron mal pagados y dejaron de votar en sintonía con La Libertad Avanza.
Una criptomoneda fraudulenta
Las sospechas de corrupción fueron otro calvario para Milei. En febrero estalló el escándalo por la criptomoneda $Libra, difundida por el presidente desde su cuenta de X. Las miles de personas que compraron este activo alentadas por Milei vieron cómo el dinero invertido se esfumaba en pocos minutos, cuando su cotización se desplomó de golpe. Hace sólo unas semanas, una comisión del Congreso argentino atribuyó a Mieli “una colaboración imprescindible” en la presunta estafa.La sospechosa operación se investiga también en Estados Unidos.
En agosto estalló un segundo escándalo que golpeó al círculo íntimo presidencial. Toda Argentina escuchó los audios en los que el entonces director de la Agencia Nacional de Discapacidad, Diego Spagnuolo, hablaba de una red de recaudación de sobornos en las compras públicas de medicamentos en la que la hermanísima Karina Milei presuntamente se quedaba con el 3%. El Gobierno no se había repuesto del golpe cuando salió a la luz que su primer candidato a diputado en la provincia de Buenos Aires, José Luis Espert, tenía relación con un presunto narcotraficante investigado en Estados Unidos.
Los días previos a la renuncia de Espert, a principios de octubre, marcaron el punto más bajo del Gobierno. La recuperación económica del primer semestre de 2025 comenzó a desacelerarse, el grifo del crédito se cerró cuando las tasas de interés se fueron por las nubes y la inflación dejó de caer y se estancó alrededor del 2% mensual. El Fondo Monetario Internacional hizo sonar las alarmas por la falta de acumulación de reservas y los argentinos volvieron a fijar la atención en su termómetro para detectar crisis: la cotización del dólar. Cuando vieron que el peso comenzaba a perder terreno con rapidez, presintieron que se ace4rcaban de neuvo al abismo Nada parecía alcanzar, ni siquiera la polémica inyección de dólares obtenida por la exención de impuestos por tres días a los agroexportadores.
"Iba a perder, lo apoyé y ganó”
Confirmó el presidente yanqui Donald #Trump sobre Milei, durante una entrevista.
El mandatario estadounidense volvió a adjudicarse la victoria de los libertarios en las #elecciones de #octubre pasado.#PatriaNoColoniaSi pic.twitter.com/ECKB9bps6D
— MMorenoNoticias (@mmorenonoticias) December 9, 2025
El rescate de Trump, clave de la supervivencia de Milei
Donald Trump, presidente de Estados Unidos, salvó a Milei de la caída. El Tesoro estadounidense comenzó a vender dólares en el mercado argentino para apreciar el peso y poco después anunció un intercambio de monedas por valor de 20.000 millones de dólares.
La inédita operación calmó la tormenta cambiaria. Sin viento en contra ya, el presidente comenzó a recuperar popularidad frente a una oposición peronista dividida y sin estrategia. Tres semanas después, el 26 de octubre, Milei ganó las elecciones legislativas de medio término con casi el 41% de los votos.
Los expertos coinciden en las razones de su triunfo electoral: cumplió la promesa de bajar la inflación —se desplomó del 211% anual a un 30% estimado este año— y todavía pesa en el imaginario colectivo el desastre que fue el final de la presidencia de Alberto Fernández.
“Si yo tengo que guiarme por los libros clásicos de ciencia política, Milei tendría que haber perdido la elección de medio término”, dice Lara Goyburu, directora ejecutiva de la consultora de Management & Fit. Las encuestas de opinión reflejaban un creciente desgaste de la imagen presidencial y un golpe en el bolsillo para muchas familias que tuvieron que modificar hábitos de consumo o bien por la merma de ingresos o por eñ gran aumento del precio de la luz, el gas, el agua y el transporte. “Todo hacía pensar que se venía un voto castigo, pero eso no sucedió porque la evaluación sobre el pasado reciente es más negativa que sobre el presente”, señala. “Milei logró instalar la idea de que el equilibrio fiscal es necesario y que no se puede gastar más de lo que se ingresa”, continúa Goyburu, quien compara este dogma mileísta con el apoyo que tuvo la política de la convertibilidad —que ató el valor del peso al dólar— durante los años noventa.
“El Gobierno ganó con sus tres caballitos de batalla: bajada de inflación, tipo de cambio estable y política de seguridad”, opina el analista político Facundo Cruz. “En sus últimas entrevistas, cada vez que llevaban a Milei a lugares incómodos, todo el tiempo se corría y machacaba con esos tres puntos centrales”, señala Cruz.
El politólogo Sergio Morresi, autor del libro Historia de las derechas en Argentina, afirma que hay una parte significativa de la población que mantiene la fe en el presidente. “Vemos que hay personas que aun cuando están claramente perjudicadas por el desarrollo económico de los últimos años parecen seguir apostando a que esta vez salga bien”, señala Morresi.
El presidente comienza el miércoles el tercer año de su mandato con una macroeconomía más estable que en 2023, pero con muchos desafíos por delante. Su intención es acelerar el rumbo iniciado dos años atrás con un Congreso más afín y un renovado voto de confianza.
Mariano Moreno Noticias toda la actualizad de la zona
