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Ciudad del Vaticano, 07.05.25. Misa Pro Eligendo Pontifice en la basílica de San Pedro Foto: Victor Sokolowicz

La Iglesia Católica inicia un cónclave difícil y con muchos candidatos para suceder al papa Francisco

En el Vaticano expresan más los gestos y los silencios, o lo que se lee entre líneas, que lo que se dice, y los cardenales están muy avezados en la interpretación de señales. Por eso han causado sorpresa y murmullos, que en Roma ya se han extendido, dos episodios de la misa Pro Elegendo Pontifice, la ceremonia previa al cónclave que se ha celebrado este miércoles a las diez de la mañana en la basílica de San Pedro. El decano del colegio cardenalicio, Giovanni Battista Re, no ha mencionado a Francisco en su homilía, una sorprendente omisión sin precedentes en los anteriores cónclaves. “No se le puede haber olvidado, es deliberado”, opina un prelado. Tanto en 2005 como en 2013 en la misma homilía no faltó un recuerdo afectuoso de reconocimientos al papa anterior. En un cónclave en el que la discusión central es si seguir o no el camino abierto por Francisco es un silencio lleno de significado.

Foto de portada: Victor Sokolowicz (Clarín)

El decano del colegio cardenalicio, Giovanni Battista Re, no ha mencionado a Francisco en su homilía, una sorprendente omisión sin precedentes en los anteriores cónclaves. “No se le puede haber olvidado, es deliberado”, opina un prelado. Tanto en 2005 como en 2013 en la misma homilía no faltó un recuerdo afectuoso de reconocimientos al papa anterior. En un cónclave en el que la discusión central es si seguir o no el camino abierto por Francisco es un silencio lleno de significado.

El sector que desea continuar con el legado del argentino Jorge Mario Bergoglio, lo interpreta como una señal clara, además de una incomprensible falta de cortesía, de que la corriente más conservadora desea pasar página y cambiar de rumbo. Pero, además, Re ha tenido un gesto personal muy significativo, fuera del protocolo, al terminar la ceremonia: abrazo a Pietro Parolin, uno de los principales favoritos como candidato de consenso, y por el micrófono se ha oído: “Auguri (Enhorabuena, o suerte, según el contexto)”.

Lo cierto es que el abrazo podría leerse simplemente en el marco de un traspaso de poderes: Re no entrará en la Capilla Sixtina esta tarde del miércoles, porque tiene más de 80 años, y es Parolin quien toma el relevo como autoridad dentro del cónclave. Además, en ese sentido, parece oírse la expresión “Auguri doppi ”(Doble enhorabuena). Pero fuentes vaticanas insisten en que el cardenal Re, muy experimentado y buen conocedor de la curia, es muy consciente del valor de los gestos en el Vaticano y cómo de este modo está señalando a un candidato. Ahora mismo, por muy rebuscado que parezca, todo esto es la comidilla en Roma, síntoma de que los nervios ante el cónclave están a flor de piel.

En el frente más progresista y que desea un papa que siga con las reformas abiertas por Francisco han saltado las alarmas, según fuentes vaticanas. La homilía del decano, una de las autoridades en el Vaticano durante la sede vacante, en la misa previa al cónclave, se suele interpretar como una indicación de programa y da pistas de por dónde puede ir la elección. Y, por esa razón, en el bando reformista temen que se haya formado ya un bloque compuesto por cardenales conservadores, de la curia y de la diplomacia, más ligado a la Iglesia oficial y que desea corregir la ruta de Francisco, coagulado en torno a Parolin, hasta ahora secretario de Estado. En este contexto, deducen del abrazo que le ha dado Re y sus felicitaciones que ya creen tenerlo todo atado y ha sido una especie de investidura oficiosa.

No obstante, el abrazo de Re a Parolin puede revelarse un error, pues transmite la idea de que todo está pactado y da por hecho el desenlace, algo que puede causar irritación en algunos cardenales y alterar votos. El vídeo del abrazo ha comenzado a circular muy rápido en redes sociales con comentarios sarcásticos.

La homilía de Re no solo ha olvidado a Francisco, ha hecho un evidente hincapié en la situación política mundial, señalando como prioridad la necesidad de un papa más diplomático y con virtudes negociadoras. Es decir, el perfil de Parolin. En sus primeras palabras, Re ha pedido fuerza al Espíritu Santo “a fin de que sea elegido el papa que la Iglesia y la humanidad necesitan en este momento de la historia tan difícil y complejo”. Y luego añadió: “El mundo de hoy espera mucho de la Iglesia para la tutela de esos valores fundamentales, humanos y espirituales, sin los cuales la convivencia humana no será mejor ni portadora de bien para las generaciones futuras”. Una referencia a la Iglesia como baluarte moral en unos principios sólidos, que es lo que el sector conservador reclama.

Críticas por las sucesiones de discursos

Por otro lado, las congregaciones generales, las asambleas de cardenales celebradas a diario y que han terminado este martes, un total de 12, no han ayudado a aclarar las ideas como se esperaba. De hecho, han surgido críticas, pues han consistido en sucesiones de discursos, entre 20 y 30 por sesión, donde cada cardenal, pidiendo el turno, hablaba de lo que le parecía. Se han tocado muchos temas y durante cinco o diez minutos los demás han podido hacerse una ligera idea del que hablaba, pero poco más.

“No es mucho tiempo para comprender cómo es esa persona, qué piensa, no es fácil”, ha confesado el cardenal de Tokio, Tarcisius Isao Kikuchi. “La mayoría de nosotros no nos hemos visto nunca, y esta es la primera vez que estamos juntos. Se puede decir que no nos conocemos”, ha añadido. Es más, incluso hay quien piensa que las congregaciones se han organizado así adrede, señalando al secretario de Estado y principal favorito, Pietro Parolin. Para que los cardenales no se acaben de conocer y terminen fiándose de los más respetados a la hora de votar.

“No hemos hablado entre nosotros durante las reuniones”, ha confesado tranquilamente el cardenal de Argel, el francés Jean-Paul Vesco. Se ha quejado de que las congregaciones están organizadas “como los viejos sínodos”, sin mesas de discusión, y cree que deberían reformarse. La predilección de Francisco, a la hora de hacer cardenales, por obispos sencillos y cercanos a la gente ha hecho que se haya notado el cambio en cómo algunos hablan sin tapujos con los periodistas.

El último cardenal que ha llegado a Roma, este fin de semana, es el de Yakarta, Indonesia, y por tanto entró el lunes por primera vez en una asamblea de cardenales, la décima. Hubo otra por la tarde. En total, escuchó en el día más de medio centenar de intervenciones de purpurados, y al salir dijo: “Qué gran confusión”. Ignatius Suharyo Hardjoatmodjo quizá esperaba que a estas alturas estuviera todo más o menos claro. Como en otros días anteriores, en la última asamblea de este martes volvió a salir “el tema de las divisiones dentro de la Iglesia”, según refleja el parco resumen que hace la sala de prensa de la Santa Sede.

A última hora, ha estallado un pequeño escándalo con uno de los dos cardenales electores que han alegado motivos de salud para no asistir al cónclave. El keniano John Njue ha declarado, por sorpresa, en una entrevista que no había sido invitado oficialmente a Roma y no sabía la razón. Tras el estupor inicial, la nunciatura de Kenia aseguró que sí recibió la invitación, pero que no puede viajar por su estado de salud. Se desconoce cómo terminará este incidente, que puede tener sus implicaciones en caso de que alguien lo utilice en el futuro e impugne la elección del papa.

Apoyos transversales

Las previsiones de la víspera de un cónclave están abocadas, casi sin remedio, a resultar cómicas pocos días después, pero siempre hay un esquema previo. Otra cosa es cómo evoluciona después. Según las fuentes vaticanas consultadas, y los análisis de la prensa italiana, el candidato más fuerte sigue siendo Pietro Parolin, que contaría con unos 40 votos. “El problema es que tal vez sea su techo”, opina una fuente vaticana. Se supone que cuenta con apoyos transversales, tanto entre progresistas y conservadores, también en varios continentes por sus contactos diplomáticos, pero también tendría una oposición igual de repartida.

Las tres primeras votaciones —hay una este miércoles nada más entrar a la Capilla Sixtina y al día siguiente, dos por la mañana y dos por la tarde—, serán decisivas para comprender si su candidatura cuaja. Porque si no, se abandonará y sus votos se irán a otro. En la hipótesis de una fumata blanca rápida, entre la cuarta y la quinta votación, quizá fuera el elegido. Pero si la última fumata del jueves es negra, el juego se abre y puede surgir la sorpresa.

Las alternativas que se han ido consolidando desde el sector que desea una continuidad del papado de Francisco son Jean-Marc Aveline, arzobispo de Marsella; el maltés Mario Grech, mano derecha de Bergoglio en los sínodos; y el que se considera el gran favorito tapado de este cónclave, Robert Francis Prevost, que es un estadounidense poco estadounidense ―pues este es su principal obstáculo para ser elegido―. Ha ejercido durante décadas en Perú, tiene capacidad de gobierno, es conciliador y conoce el Vaticano, y además se considera que en el plano geopolítico actual puede ser un buen interlocutor con Donald Trump.

También ha emergido con sorprendente fuerza en las últimas 48 horas un cardenal filipino, Pablo Virgilio David, de 66 años, que ha destacado en su intervención, pero en Roma es un desconocido, no tiene ninguna experiencia en la curia y, de nuevo, buena parte de los cardenales quiere alguien capaz de llevar las riendas del Vaticano.

La prensa italiana bombardea desde hace semanas con la tesis de que hay otros dos candidatos fuertes de este país que podrían ser la segunda opción en caso de derrumbe de Parolin: el presidente de los obispos, Matteo Zuppi; y el patriarca de Jerusalén, Pierbattista Pizzaballa, que cuenta con apoyos en el sector conservador. Las posibilidades del filipino Luis Antonio Tagle habrían caído.

Todas las cábalas ahora llegarán a su fin. Los cardenales han presenciado en la mañana del miércoles la anulación del Anillo del Pescador de Francisco y su sello de plomo papal. Ya hay uno nuevo esperando al próximo, el pontífice número 267 de la Iglesia católica.

Con información de Vatican News, El País, EFE, Reuters.

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