Tras un acuerdo –se supone- millonario entre los sobrinos de Quino, herederos de su obra, y luego de 55 años, la Editorial argentina De la Flor deja de publicar a partir del 1° de julio la mítica “Mafalda”. Así lo anunciaron desde la editorial que hoy corre serio riesgo su existencia y es dirigida por Ana María Miler, esposa del fundador de la misma, Daniel Divinsky, quien se alejó en 2015 del mundo editorial.
Hoy, cuando la niña rebelde que “odiaba mortalmente a la sopa”, lleva seis décadas de existencia literaria (55 años de los cuales fue publicada de manera ininterrumpida por el sello editorial independiente “De La Flor”; fundado por Daniel Divinsky en 1966), los herederos de Quino, negociaron con multinacional Penguin Random House, que ya la publicaba en España y México, para que sume a su catálago los derechos de autor de stfa mítica obra de viñetas argentina, que sensibilizó, propició profundas reflexiones e hizo reír a millones de lectores argentinos, latinoamericanos y españoles durante décadas.
El final de la histórica relación entre la obra de Quino y Ediciones de la Flor, que en Argentina eran casi sinónimos, corre a partir del mes de julio y fue anunciado por la editorial este lunes. “Lamentamos que, por decisión de sus sobrinos herederos, no podamos continuar cuidando su obra como lo hemos hecho desde que nos eligió como su casa, hace más de medio siglo. De todas formas, tenemos la certeza de que la historia mantendrá indisolublemente unidos nuestros nombres, como hasta ahora”, señaló el texto difundido por el sello creado en 1966 por Daniel Divinsky y Ana María Miler.
“Tenemos una tristeza infinita. Quino era nuestro autor emblemático”, dice Miler, a cargo de la editorial desde 2015. “Si Quino viviera, esto no hubiera ocurrido. Éramos amigos muy cercanos, parte de una familia… Él ponía lo que sentía y pensaba por encima del dinero”, agrega, dolida. Y asegura que “nunca quiso publicar en una editorial grande. Tenía una ideología muy definida y era muy exigente con sus materiales”.
Quino había creado a Mafalda en 1964 y desde 1970 esa “heroína iracunda que rechaza al mundo tal cual es”, como la definió Umberto Eco, vivió en las páginas impresas por De la Flor. Fue, desde aquellos años, un constante éxito editorial, un sorprendente caso de supervivencia y renovada actualidad, pese a que su autor dejó de dibujarla y escribirla en 1973. “Los lúcidos mensajes de Quino siguen vigentes por haber combinado con sabiduría la simplicidad en el trazo del dibujo con la profundidad de su pensamiento”, consideró el jurado del Premio Príncipe de Asturias, cuando el artista fue distinguido en 2014. La niña que “percibe la complejidad del mundo desde la sencillez de los ojos infantiles” y los demás personajes de la tira, Susanita, Manolito, Felipe, Guille… —añadió— alcanzan “dimensión universal” y “trascienden cualquier geografía, edad y condición social”.
Joaquín Lacado (Quino) falleció en 2020 sin hijos y dejó como albacea de su obra a su sobrina Julieta Colombo, quien había colaborado durante años con él. Tras la muerte de Colombo en 2023, los derechos de autor fueron heredados por cinco sobrinos de Quino, quienes ahora aceptaron la propuesta (se supone millaria) de Penguin Random House para cambiar de sello editorial. En España, Mafalda se publicó desde la década del setenta en la editorial Lumen, que en 1996 fue adquirida por el Grupo Berstelmann, propietario de Penguin. El círculo del monopolio editorial se completa ahora con Argentina y el resto de Sudamérica.
Ediciones de la Flor intentó hasta último momento conservar los derechos dentro del país, pero no lo consiguió, asegura Miler. Víctima de la crisis del sector editorial y la apreciación de la moneda local, la firma ya estaba resignada a perder el mercado sudamericano. “En Argentina los costos son muy altos en dólares —dice—. Todo Mafalda [el libro que recopila las tiras completas] siempre se vendió afuera del país a unos 50 dólares. Hoy en Argentina cuesta unos 90.000 pesos, que son cerca de 80 dólares”.
Algunas de las frases más famosas e ingeniosas de “Mafalda”:
- “En esta familia no hay jefes, somos una cooperativa”.
- “Si no haces cosas estúpidas cuando eres joven no tienes nada de que sonreír cuando estás viejo”.
- “Como siempre: lo urgente no deja tiempo para lo importante”.
- “No ando despeinada sino que mis cabellos tienen libertad de expresión”.
- “No es cierto que todo tiempo pasado fue mejor. Lo que pasaba era que los que estaban peor todavía no se habían dado cuenta”.
- “Trabajar para ganarse la vida. ¿Pero por qué esa vida que uno se gana tiene que desperdiciarla en trabajar para ganarse la vida?”
- “Yo diría que nos pusiéramos todos contentos sin preguntar por qué”
- “¿No sería hermoso el mundo si las bibliotecas fuesen más importantes que los bancos?”.
- “La vida no debiera echarlo a uno de la niñez sin antes conseguirle un buen puesto en la juventud”.
- “¿No será acaso que esta vida moderna está teniendo más de moderna que de vida?”
- “La vida es linda, lo malo es que muchos confunden linda con fácil”.
- “¡Paren el mundo, que me quiero bajar!”.
- “¿Mandamos todos los días un padre para que esa maldita oficina nos devuelva esto?”.
- “Lo ideal sería tener el corazón en la cabeza y el cerebro en el pecho. Así pensaríamos con amor y amaríamos con sabiduría”.
- “A medio mundo le gustan los perros; y hasta el día de hoy nadie sabe qué quiere decir guau”.
- “Como siempre; apenas uno pone los pies en la tierra se acaba la diversión”.
- “El problema es que hay más gente interesada que gente interesante”.
- “¿Y no será que en este mundo hay cada vez más gente y menos personas?”
- “Lo malo de los medios masivos de comunicación es que no nos dejan tiempo para comunicarnos con nosotros”
- “El problema de las mentes cerradas es que siempre tienen la boca abierta”.