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A 70 años del atentado terrorista de la “Unión Democrática” en Plaza de Mayo, mientras Perón convocaba al pueblo a controlar los precios

Por Maximiliano Borches. “Aumentan los precios y se hacen los angelitos. Organizan la falta de carne y dicen que ellos no tienen la culpa”, decía en aquel 15 de abril de 1953, y frente de decenas de miles de trabajadores convocados por la CGT, el entonces presidente Juan Domingo Perón, en momentos que un atentado terrorista en Plaza de Mayo -del que hoy se conmemoran 70 años-, que consistió en la detonación de dos bombas dejaba como resultado la muerte de seis trabajadores y más de 90 quedaron heridas, entre ellos 19 mutilados. Los enemigos del pueblo avanzaban en ese año. El enemigo del pueblo avanza hoy. Leé el discurso de Perón al final de la nota y mirá los videos.

Corría la tarde del 15 de abril de 1953 y la Confederación General del Trabajo (CGT) había convocado a una multitudinaria concentración frente a la Casa Rosada para defender al gobierno y su política económica. Durante el acto, estallaron dos bombas.

Los autores del atentado nucleaban a dirigentes de la Unión Cívica Radical, del Partido Demócrata Progresista, algunos socios del Club Universitario de Buenos Aires y del Jockey Club. Se trató, principalmente, de Arturo Mathov (jefe del operativo terrorista), Roque Carranza (ingeniero de explosivos), del capitán Eduardo Thölke (quien proveyó los explosivos), Carlos González Dogliotti, Miguel de la Serna, Rafael Doueck, los hermanos Alberto y Ernesto Lanusse, los hermanos Adolfo y Ezequiel Holmberg, los hermanos Francisco y Marcelo de Elizalde, Patricio Cullen, Marcelo de Álzaga, Emilio de Álzaga, Guillermo Sansot, Jorge Fausón Sarmiento, Mariano N. Castex, Hernán E. Blaksley, Gastón García Miramón, Emilio Allende Posse e Isidoro Martínez Castro. Como resultado murieron seis argentinos de bien: Santa Festigiana D´Amico, Mario Pérez, León Roumeaux, Osvaldo Mouché, Salvador Manes y José Ignacio Couta. Hubo además noventa y tres heridos, de los cuales unos veinte quedaron mutilados de por vida.

Los responsables fueron detenidos a partir del 13 de mayo. Intervino el Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Penal Especial Nº 2 de la Capital Federal, a cargo del juez Dr. Miguel Rivas Arguello, en la Causa Nº 299/1953 caratulada: “Carranza, Roque y otros s/Act. Sub.”. Se los imputó y procesó por los delitos de intimidación pública, homicidios reiterados, lesiones y daño.

“Con referencia a los especuladores, ellos son elementos coadyuvantes y cooperantes de esta acción. El gobierno está decidido a hacer cumplir los precios aunque tenga que colgarlos a todos. Y ustedes ven que tan pronto se ha comenzado, y el pueblo ha comenzado a cooperar, los precios han bajado un 25 por ciento. Eso quiere decir que, por lo menos, estaban robando un 25 por ciento. Han de bajar al precio oficial calculado, porque eso les da los beneficios que ellos merecen por su trabajo. No queremos ser injustos con nadie. Ellos tienen derecho a ganar, pero no tienen derecho a robar”, arengó Juan Domingo Perón y los miles de trabajadores estallaron en aplausos.

Video1:

Video 2:

Discurso completo de Juan Perón, 15 de abril de 1953:

Compañeros:

Desde hace tiempo vengo diciendo que está llegando la hora de los pueblos. Y me siento inmensamente feliz frente a esta grandiosa asamblea, porque observo que este pueblo es digno de esa hora y porque veo que este pueblo está capacitado para realizar lo que esa hora impone a los países.

Los hombres que, como yo, viven solamente para el pueblo, necesitan de esa solidaridad. Por eso siempre que yo he hablado al pueblo, más que órdenes, he impartido consejos. Un presidente que aconseja, más que presidente es un amigo, y eso es, precisamente, lo que yo quiero ser de mi pueblo: un amigo. Cumpliendo siempre la primera verdad establecida en nuestro catecismo peronista, que dice que la verdadera democracia consiste en que el gobierno haga solamente lo que el pueblo quiere y defienda un solo interés: el del pueblo.

Yo no tengo dudas de que cada uno de ustedes sabe que acepté el sacrificio de una segunda presidencia confiando solamente en que la Providencia habría de permitirme completar una obra que en la primera presidencia no pudo ser completada. Y la acepté, por sobre todas las cosas, porque tenía la convicción absoluta de que este maravilloso pueblo argentino, lo mejor que tenemos en esta patria tan querida, habría de poner el hombro a esa realización y dar su apoyo.

Compañeros: Lo que más pesa para los hombres de conciencia es la responsabilidad, nadie puede imaginar el peso ciclópeo de la responsabilidad de realizar, con bien, los destinos del pueblo y los destinos de la Patria. pero ese inmenso peso de la responsabilidad puede repartirse proporcionalmente cuando se gobierna un pueblo consciente de esa responsabilidad, anhelante de cumplirla hasta en el más humilde acto de su vida privada. Sin ese apoyo ningún gobernante podrá realizar cumplidamente sus designios, ni ningún hombre de la tierra podrá realizar los anhelos ni la felicidad de su pueblo. Por esa razón, desde que estoy en el Gobierno vengo reclamando la ayuda de cada argentino, porque cuando me eligieron y me hicieron responsable de los destinos de la Nación, cada uno de los que me votó compartió conmigo la responsabilidad al haberme designado.

Compañeros: Esto es lo único que he reclamado y reclamo del pueblo de la República. Miles de salvadores llegan siempre hasta los gobernantes. Todos proponen medidas para salvar a la patria; pero, señores, ese es un síntoma de ignorancia y de ineptitud. A la patria la salva una sola entidad: el pueblo. Las patrias se salvan o se hunden por la acción de sus pueblos. Los hombres que tenemos la responsabilidad del Gobierno, sin el pueblo somos ineficaces, inoperantes e intrascendentes.

Hace pocos días dije al pueblo de la República, desde esta misma casa, que era menester que nos pusiéramos a trabajar conscientemente para derribar las causas de la inequidad creada a raíz de la especulación, de la explotación del agio por los malos comerciantes.

En esto, compañeros, ha habido siempre falsos mirajes producidos por los intereses. El que no quiere molestarse en nada dice que el Gobierno haga bajar los precios: el comerciante que quiere robar dice que lo que corresponde es dejar los precios libres. En esto, cada uno trabaja en cierta medida por su cuenta. He repetido hasta el cansancio que en esta etapa de la economía argentina es indispensable que establezcamos un control de los precios, no sólo por el gobierno y los inspectores, sino por cada uno de los que compran, que es el mejor inspector que defiende su bolsillo. Y para los comerciantes que quieren los precios libres, he explicado hasta el cansancio que tal libertad de precios por el momento no puede establecerse; bastaría un rápido análisis.

(Se oye una explosión)

Compañeros: Estos, los mismos que hacen circular rumores todos los días, parece que hoy se han sentido más rumorosos, queriéndonos colocar una bomba.

(En estos momentos se oye otra explosión).

Ustedes ven que cuando yo, desde aquí, anuncié que se trataba de un plan preparado y en ejecución, no me faltaban razones para anunciarlo.

Compañeros: Podrán tirar muchas bombas y hacer circular muchos rumores, pero lo que nos interesa a nosotros es que no se salgan con la suya, y de esto, compañeros, yo les aseguro que no se saldrán con la suya. Hemos de ir individualizando a cada uno de los culpables de estos actos y les hemos de ir aplicando las sanciones que les correspondan.

Compañeros: Creo que, según se puede ir observando, vamos a tener que volver a la época de andar con el alambre de fardo en el bolsillo.

(La multitud aclama: Perón, Perón, Perón y dice ¡Leña! ¡Leña!).

Eso de la leña que ustedes me aconsejan ¿por qué no empiezan ustedes a darla?

Compañeros: Estamos en un momento en que todos debemos de preocuparnos seriamente, porque la canalla no descansa, porque están apoyados desde el exterior.

Decía que es menester velar en cada puesto con el fusil al brazo. Es menester que cada ciudadano se convierta en un observador minucioso y permanente porque la lucha es subrepticia. No vamos a tener un enemigo enfrente: colocan la bomba y se van. Aumentan los precios y se hacen los angelitos. Organizan la falta de carne y dicen que ellos no tienen la culpa. Al contrario, por ahí, en un diario, sacan un artículo diciendo que ellos, en apoyo del Gobierno, quieren que venga la carne, pero la carne no viene.

Todo esto nos está demostrando que se trata de una guerra psicológica organizada y dirigida desde el exterior, con agentes en lo interno. Hay que buscar a esos agentes, que se pueden encontrar si uno está atento, y donde se los encuentre, colgarlos en un árbol.

Con referencia a los especuladores, ellos son elementos coadyuvantes y cooperantes de esta acción. El gobierno está decidido a hacer cumplir los precios aunque tenga que colgarlos a todos. Y ustedes ven que tan pronto se ha comenzado, y el pueblo ha comenzado a cooperar, los precios han bajado un 25 por ciento. Eso quiere decir que, por lo menos, estaban robando un 25 por ciento.

Han de bajar al precio oficial calculado, porque eso les da los beneficios que ellos merecen por su trabajo. No queremos ser injustos con nadie. Ellos tienen derecho a ganar, pero no tienen derecho a robar.

Sé también que algunos empleados públicos, inspectores y algunos funcionarios pueden estar complicados en esas maniobras. Si esto sucede, no he de tener inconveniente en entregarlos a la justicia en el mismo momento que se lo compruebe; pero, compañeros, quiero decirles que las organizaciones, nuestros partidos políticos y cada ciudadano de la República tienen en estos momentos la responsabilidad de enfrentar con hombría y con decisión todo ataque llevado subrepticiamente a la República. El Gobierno, el Estado y el Pueblo unidos son invencibles, sólo falta que nos decidamos a realizar.

 

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