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Colombia: el triunfo consistente del progresismo plantea otro escenario político

Por Luis Fernando García Núñez ((Desde Santander, Colombia, especial para Mariano Moreno Noticias) El fraude está ahí. Díganlo o no, hubo un ruidoso fraude. Ese fantasma se hizo realidad, pero miles de testigos electorales y de ciudadanos empezaron una de las veedurías más intensas de los últimos tiempos en Colombia. Y casi al mismo tiempo que se daban los llamados resultados del pre-conteo, iban apareciendo cientos, miles de mesas donde el Pacto Histórico, el verdadero ganador, no tenía ni un voto. Cerca de 29.000 puestos de votación donde, ¡oh misterio!, no había un solo sufragio por quienes, desde el principio, fueron considerados los ganadores de la justa electoral.

Hoy, en los escrutinios, con cerca del 97% de los votos contados, han aparecido 414.999 para el Pacto Histórico y otros candidatos han logrado recuperar votos que les han permitido llegar al Congreso. El registrador dijo ayer, 18 de marzo, que todavía pueden cambiar estos datos. No solo los ganadores han recuperado sufragios, otros movimientos lo han logrado. Una incógnita, no obstante, todavía recorre estas elecciones y son los votos en el exterior, donde las denuncias de irregularidades son innumerables. La persistencia de los ciudadanos, las acusaciones en las redes y otros escenarios hicieron visible la dimensión del dolo, y han alertado a los partidos de lo que puede ocurrir en las elecciones presidenciales si no se toman las urgentes medidas, que ya habían solicitado organismos como la Misión de Observación Electoral, MOE.

Tres graves fallas se cometieron en esas elecciones según la MOE. La falta de capacitación a los jurados por parte de la Registraduría, el fatal diseño de los formularios E-14 y el descuido y los desaciertos en el conteo de los votos. También los problemas que se advirtieron con el software utilizado y la falta de garantías denunciadas antes del domingo 13 de marzo se hicieron realidad. Las misiones de observación internacional no cumplieron debidamente con su encargo y muchos jurados y autoridades electorales no desempeñaron su misión con la debida probidad. Las grandes empresas de comunicación, con una torpeza inexplicable, no han querido referirse al fraude y, en esta ocasión, han sido los pequeños medios alternativos y las redes las que se han hecho voceras y vigilantes del proceso.

En estos momentos, además de los candidatos ganadores de las consultas interpartidistas, Gustavo Petro, Federico Gutiérrez y Sergio Fajardo, se imponen en el Senado el Pacto Histórico con 19 senadores, los partidos Conservador y Liberal con 15 cada uno. En la Cámara de Representantes estos tres partidos se consolidan como los más votados. Todavía faltan por escrutar 2.139 mesas en el exterior y 1.558 en el país.

Otro escándalo que rodea estas elecciones en Colombia tiene que ver con los candidatos para las 16 circunscripciones transitorias especiales de paz, definidas en los Acuerdos de La Habana, y que fueron vehemente rechazadas por el actual gobierno y su partido, el Centro Democrático. El Acto Legislativo 02 de 2021 creó, al final, estas circunscripciones. El total de habilitados para votar por estas curules fue de 1.246.634 personas, en 167 municipios que fueron muy afectados por el conflicto armado. Solo 533.664 ejercieron su derecho, es decir, que el 57,2% de los votantes se abstuvo. Las amenazas y las pocas garantías de seguridad llevaron a la renuncia de cerca de 20 candidatos. Y, precisamente, uno de los elegidos es hijo del temible victimario, el paramilitar ‘Jorge 40’. Poco se hizo para que este proceso fuera democrático y realmente ayudará a fortalecer la implementación del tantas veces citado Acuerdo de Paz.

El camino que falta por recorrer es todavía complejo y solo cuando el Consejo Nacional Electoral reconozca a los ganadores se podrá hablar de la composición del Congreso. Los citados votos en el exterior han sido motivo de polémicas y de críticas porque se cometieron muchos desatinos, y los electores se han quejado por las dificultades y la poca disposición de las autoridades consulares para facilitar este proceso. Una queja general es que los funcionarios diplomáticos, y los testigos electorales, no fueron preparados debidamente para ejercer este trascendental asunto.

Para los colombianos han quedado varias enseñanzas. En los últimos años la credibilidad en sus instituciones se ha debilitado. Entidades como la Registraduría no han sabido responder legítimamente a las expectativas de los ciudadanos y con ello han dejado a la democracia en una pésima encrucijada. El mismo Consejo Nacional Electoral es un organismo politiquero muy desacreditado, con escasa autoridad sobre el registrador y sus funcionarios, y va al son que le tocan unos dirigentes corruptos, comprometidos con sus muy particulares intereses, y no dispuestos a hacer una reforma radical de este organismo y de la Registraduría, que fortalezca por siempre los procesos electorales y no se preste a las componendas de personajes autoritarios que no quieren el cambio que el país necesita.

 

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