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El mensaje de las urnas fue claro: el Gobierno debe encarar con decisión y valentía los problemas reales de las mayorías

Por Maximiliano Borches. Las PASO finalizaron con un sabor amargo para el Frente de Todos, que perdió hasta en la provincia de Buenos Aires. La alianza macrista/radical de “Juntos” y/o “Juntos por el Cambio” se impuso en dieciocho provincias, y de esta manera se proyecta con fuerza de cara a noviembre. En ese espacio, el principal ganador fue Horacio Rodríguez Larreta, en tanto que Mauricio Macri resultó ser el gran derrotado: sus ahora ex precandidatos en Córdoba y Santa Fe, perdieron. Hasta acá, la coalición Frente de Todos prácticamente solo experimentó con políticas inclusivas para minorías sexuales, y otras acciones de tipo “progresistas”, que sin dudas hay que atender, pero no centralizar toda la acción política allí, ya que terminó alejado de los problemas urgentes y acuciantes de las mayorías populares: el precio de los alimentos y la inflación. Todavía queda una oportunidad.

Si bien se convirtió en una especie de patrón global que los oficialismos pierdan elecciones en medio de esta pandemia, el resultado de las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) del pasado domingo resultó novedoso hasta para la alianza macrista/radical de “Juntos” y /o “Juntos por el Cambio”, que no esperaban tamaño triunfo.

Las causas son muchas, y la oportunidad que tiene el oficialismo de revertir este magro resultado que de repetirse en noviembre, condicionará de manera peligrosa todo su programa de acción políticas para los últimos dos años de gestión de Alberto Fernández, es concreta: dar respuesta de manera contundente a los prohibitivos precios de los alimentos, a la inflación y a los acuciantes problemas de vivienda que afectan a millones de compatriotas a lo largo y ancho de la Argentina.

Resulta indudable la necesidad de avanzar en la lucha política por incluir Derechos Humanos de Tercera y Cuarta generación, tal como lo viene haciendo la actual gestión de Gobierno. Pero resulta un error estratégico centralizar todo la acción política en estas cuestiones, cuando amplios sectores de la población no comen, comen mal o no ingieren a diario las suficientes proteínas que les garantice un desarrollo sano y armónico

No es más momento de hablar de “pesadas herencias”, y cargar todas las culpas en la pandemia y en las destructivas gestiones de Mauricio Macri y María Eugenia Vidal, cuando todavía decía que caminaba de la mano de su abuela por Morón, antes de decir que caminaba de la mano de su abuela por Flores, cuando era chiquita.

Es momento de que El Gobierno nacional, a través de la casi inactiva Secretaria de Comercio Interior, elabore un plan consistente que sirva para llevar todos los días un plato de comida a la mesa de los argentinos.

Resulta indudable la necesidad de avanzar en la lucha política por incluir Derechos Humanos de Tercera y Cuarta generación, tal como lo viene haciendo la actual gestión de Gobierno. Pero resulta un error estratégico centralizar todo la acción política en estas cuestiones, cuando amplios sectores de la población no comen, comen mal o no ingieren a diario las suficientes proteínas que les garantice un desarrollo sano y armónico.

En tanto y en cuanto no se resuelva el gran problema del precio de los alimentos, el pueblo responderá con su quita de apoyo político a un Gobierno que indudablemente cuenta con un programa de acción que de verdad los incluye.

No es cuestión de ideologías, es cuestión de hacer lo que hay que hacer con decisión y valentía política, para que la población no sufra tantas carencias.

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