Desocupacikón y conflicto social ascendente. Los trabajadores de la planta de Georgalos en San Fernando, productora de productos como Mantecol y Bazooka y denuncian despidos y el no cumplimiento de la conciliación obligatoria por parte de la empresa.
La planta de Georgalos en San Fernando, provincia de Buenos Aires, es el epicentro de un conflicto laboral que mantiene paralizadas sus actividades. El Sindicato de Trabajadores de la Industria Alimenticia (STIA) denunció el despido de cinco empleados y la eliminación del bono por productividad, lo que desató una fuerte protesta gremial.
Los cesanteados, según fuentes sindicales, se desempeñaban en el área de producción de chocolates, y los despidos habrían sido una represalia por los reclamos que venían haciendo los trabajadores sobre condiciones laborales. “Mientras en otras plantas los bonos superan los 200 mil pesos, acá directamente los anularon”, señalaron desde el gremio.
Frente a esto, el STIA presentó una denuncia formal ante el Ministerio de Trabajo bonaerense y advirtió que, si no hay avances en las negociaciones, podrían endurecer las medidas de fuerza en los próximos días.
El conflicto estalla en un momento clave para Georgalos, una firma con marcas emblemáticas como Mantecol y Toddy, que busca expandirse en América Latina. La empresa está detrás de un plan de inversión estimado en 100 millones de dólares que incluye la modernización de su planta en Río Segundo (Córdoba) y un ambicioso desembarco comercial en Chile y Uruguay. El Banco Santander estaría colaborando en la búsqueda de capital para ese proyecto.
Aunque la compañía negó que esté en venta, sobre todo respecto de Mantecol —marca que volvió a controlar en 2021 tras haberla vendido dos décadas antes a Cadbury—, la tensión con los operarios de San Fernando amenaza con frenar el ritmo de sus planes de crecimiento.
La situación en Georgalos se suma a un panorama complejo en la industria alimenticia, donde otras empresas como Molinos y SanCor también enfrentan dificultades económicas, laborales y financieras. En este contexto, el caso de San Fernando podría convertirse en un símbolo de las tensiones que atraviesan el sector.