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La disputa es entre dos modelos antagónicos de concepción humana

Por Maximiliano Borches*. El pacto sellado entre Mauricio Macri y Javier Milei la medianoche posterior a la derrota por siete puntos del anarco-capitalista que habla con sus perros muertos, no solo dejó en claro que para su pensamiento político el fin justifica los medios, y todo da igual con tal de llegar al poder. Sin embargo, lo más peligroso es que en nombre de una supuesta “libertad”,  colocaron en agenda la narrativa política del darwinismo social y el desprecio más rancio por el otro, como así también la tenebrosa reivindicación de los genocidas y la justificación del genocidio que se perpetró en Argentina entre los años 1976 y 1983, al describir aquellos años de muerte, tortura, persecución, desapariciones, robo y entrega del país, como una «guerra». Nunca, desde que recuperamos para siempre nuestra democracia, hace 40 años, una fórmula presidencial, como la conformada por Javier Milei y Victoria Villarruel, habían utilizado esta definición, dicha en su momento por los verdugos Emilio Eduardo Massera, Orlando Ramón Agosti, y Jorge Rafael Videla

Sin sonrojarse y deslizándose con maestría por la “modernidad y sociedad líquida”, magistralmente descriptas por el sociólogo Zygmunt Bauman -que marcan hoy el comportamiento de gran parte de la sociedad-, el nuevo frente político creado por Mauricio Macri en su etapa de madurez y mayor experiencia política, para intentar que el psicológica y emocionalmente inestable Javier Milei gobierne, y él retenga el poder, no esconde lo que piensan hacer. Todo lo contrario, lo dicen públicamente: implementar un mercado de ventas de órganos (que inevitablemente recaerá en secuestros de personas para vender esos órganos), la libre venta de armas, que transformará a la Argentina en escenas del film/documental “Bowling for Columbine” (Michael Moore, 2002); imponer un descomunal ajuste tanto que redundará en cientos de miles de desempleados, tanto en las órbitas estatales como en las empresas mixtas (ejemplo: YPF, que piensan privatizar junto a Aerolínea Argentinas y el fabuloso yacimiento de Vaca Muerta), quitar subsidios que incrementarán por diez el valor del boleto del colectivo, el tren y sextuplicará el costo de la luz, el gas y agua; atacar el corazón de las conquistas laborales a través de políticas de flexibilización laboral (hoy sintetizadas en el artículo 14-bis de la Constitución Nacional y en cada acuerdo paritario); dar marcha atrás con nuevas conquistas, como el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito y la Educación Sexual Integral (ESI); ajustar violentamente los presupuestos educativos, de salud e investigación científica, para que en el caso de la educación pública y gratuita se sustituya por un voucher,  como así también volver al fracasado negociado de unos pocos que fueron las Administradores de Fondos de Jubilaciones y Pensiones (AFJP), en lugar del actual esquema jubilatorio que permite a millones de argentinos y argentinas acceder a uno de los derechos fundamentales de la ancianidad. Esta batería de medidas no solo son pensadas como variables económicas de gigantesco ajuste, sino y fundamentalmente, como concepción de su desprecio humano.

La meritocracia termina transformándose en una excusa de exclusión social, cuando la mayoría de la población no parte de la misma línea de largada. “Nadie se desarrolla en una comunidad que no se desarrolla”, decía un viejo estadista que creó en el pasado siglo XX el único movimiento de masas de la Argentina, vigente hoy en pleno siglo XXI.

Sin embargo, el verdadero objetivo de los firmantes del pacto Macri / Milei, que aspiran a gobernar en nombre de la “Libertad”, como agentes de los Fondos Buitre BlackRock y Templeton, es finalizar el ciclo de entrega de los recursos naturales que comenzó en el período 2015-1019, y el control total del sistema financiero local (de ahí la propuesta de “dinamitar” el BCRA), para que la sumisión sea aún peor que la ocurrida durante la denominada “Década Infame”, o más sencillamente, durante el período del pre-peronismo.

Como describe Horacio Rovelli, en su artículo «BUSINESS ARE BUSINESS Los acuerdos entre Macri y BlackRoc» (“El Cohete a la Luna”, 05/11/2023), en momentos que el Padrino de Javier Milei, Mauricio Macri, gobernó la Argentina, el fondo buitre BlackRock se convirtió en accionista de “los cuatro primeros bancos privados que operan en el país por volúmenes de depósitos (Santander-Río; BBVA; Galicia, y Macro) y en el HSBC; de las dos principales empresas que compraron dólares para fugarlos en los cuatro años de gestión de Cambiemos, que son Telefónica Argentina, que compró 1.248,2 millones de dólares, y Pampa Energía, que compró 903,8 millones de dólares; de YPF, donde posee acciones correspondientes al 5,67 % de los papeles en circulación en los mercados de capitales de Buenos Aires y Nueva York; de TRASENER; en Transportadora de Gas del Sur, y en Transportadora de Gas del Norte; Glencore, que es Viterra en la Argentina (ex Oleaginosa Moreno), que se fusionó con Bunge y es la principal acopiadora y comercializadora de granos del mundo. Glencore participa también en la explotación de oro y cobre en el país; de Central Puerto, Loma Negra, IRSA, Tenaris (Techint), Mercado Libre, Arcos Dorados, Adecoagro y en todas las subsidiarias de las empresas en que participa en el mundo.”

En tanto, el otro gran fondo buitre que representan en el país Macri y Milei: Templeton, hizo uno de sus grandes negocios especulativos de la mano de Macri, aquel “lunes 14 de mayo de 2018, un día antes de uno de los mega vencimientos de LEBAC que jaqueaban al entonces gobierno de Mauricio, cuando los dos fondos de origen norteamericano (BlackRock y Franklin Templeton) trajeron dólares frescos al país para convertirlos en la primera emisión de BOTE 2023 y 2026 (Bonos del Tesoro de la Nación) nominados en pesos y a una tasa fija del 20% anual; en momentos que desembolsaron 2.780 millones de dólares cuando el dólar saltaba a 25,50 pesos para posicionarse en Bonos del Tesoro (BOTE), que adquirieron por 73.249 millones de pesos en dos instrumentos a tasa fija a 2023 y a 2026. El problema fue que, en agosto de 2018, el precio del dólar alcanzó los 38 pesos (devaluación del 49 %). El derrumbe de los precios fue tal que para un bono con un valor técnico de 105,9 pesos, su valor de mercado era menor a los 81 pesos, como era el caso del BOTE a 2026, para abastecer de esa manera la demanda de divisas que ese día aparecería por la tendencia de los fondos internacionales de salir de las LEBAC y zambullirse en los dólares abastecidos por el Banco Central”, agrega Rovelli en su artículo.

En nombre de la “Libertad”, bella palabra que resulta sistemáticamente colonizada desde 1955, cuando bajo el nombre de la “La revolución libertadora” se proscribió a las mayorías populares, se fusiló, se persiguió, se atacó a la soberanía y se destruyeron las políticas inclusivas y de desarrollo productivo nacional, los firmantes del oscuro pacto Macri/Milei apuntan a resignificar la frustración de millones de argentinos no en un proyecto de emancipación, sino en una nueva versión del antiguo coloniaje que en este contexto de reordenamiento global apunta a regionalizar la Argentina, para que ésta cumpla su función de mero proveedor de materias primas, en el nuevo escenario mundial al que aspiran Washington y la Unión Europea.

Allí radica la trampa geopolítica para nuestra patria de bicontinental (es decir, de proyección continental y antártica)

El próximo domingo 19 de noviembre, cuando las y los argentinos concurramos a las urnas, no solo vamos a optar entre dos modelos económicos totalmente distintos, sino – y principalmente- entre dos modelos antagónicos de concepción humana.

Todavía estamos a tiempo de no retroceder –nuevamente- a los postulados económicos de José Alfredo Martínez de Hoz  y Domingo Cavalllo. También estamos a tiempo de defender nuestros derechos, el futuro, y principalmente nuestra soberanía.

*Director de «Mariano Moreno Noticias»

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