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Fátima en el país de Evita, o el rol de la mujer en “La Libertad Avanza”

Por Flavia Vera*. “¿Y vos que serías? La dama consorte, la consoladora.”, preguntó Mirtha Legrand a Fátima Florez en su programa de televisión del sábado 7 de octubre pasado, en el supuesto caso que Javier Milei llegara a ser presidente. La pregunta de Mirtha no fue liviana, tuvo todo el peso del machismo que carga La Libertad Avanza (LLA) y demostró otra cosa: el rol de la mujer para ese espacio.

Había una gran expectativa por el inicio del primer programa de “La noche de Mirtha” en su temporada 55 al aire, pero también generaba curiosidad ver a Milei y a Fátima juntos. Tuvo picos de 12 puntos de rating, que serían más de un millón de televisores sintonizados en el Canal 13. En esta nota, no se hará el foco sobre la veracidad de la relación, o si existe un contrato entre partes al estilo Ricardo Fort. El verdadero motivo es abordar la metáfora de la campaña comunicacional de LLA que quedó expuesta.

Los derechos ya conquistados por las mujeres, que costaron años de luchas, muertes y resistencias, hoy se encuentran otra vez cuestionados. LLA también viene a eliminar los derechos de las y los trabajadores, el acceso a la educación y a la salud. No hay libertad en el modelo de país que relatan. La verdadera libertad que avanza es que los trabajadores se conviertan en esclavos.

El otro, como un ser cercano e incierto

Si hay algo que La Libertad Avanza tiene, es la inescrupulosa forma de expresar sus propuestas: te dicen cómo van a destruir al país y de qué forma. Es decir, muestran las cartas con las cuales van a jugar. Eso debería ser una ventaja para quien se encuentre como opositor. Nada está perdido.

Milei dijo en lo de Mirtha que “la justicia social es una aberración” y genera déficit fiscal que se financia con deuda, y que a esa deuda alguien la tiene que pagar. El candidato plantea el país del sálvese quien pueda, del individualismo y la meritocracia, del estar condenado por nacer en situaciones desfavorables en cuanto a recursos, en donde la única opción será trabajar por sueldos miserables y se verán cada vez más acotadas las posibilidades de estudiar y progresar. Se quiere instalar un enemigo interno con la excusa de dejar todo en manos de la competencia del libre mercado, el otro pasará a ser un cercano incierto (Leach, 1967), y eso es lo peligroso, porque se verá al otro, al compañero, como un enemigo desconocido que no se sabe su accionar y esa no previsibilidad genera odio y violencia. Este modelo político quiere terminar con la idiosincrasia del argentino, de la amistad, del compañerismo y la solidaridad. No mencionan la palabra unidad. Nada es construido con el otro. Ni con la familia.

Momentos incómodos en el programa hubo muchos, y la no verbalidad de Fátima se dejó ver. Miraba incómoda hacia abajo, y movía sus manos, cuando Milei comenzó a desplegar su defensa al negacionismo y a la teoría de los dos demonios, para referirse al pasado de la candidata a presidente de Juntos por el Cambio, Patricia Bullrich, en los ‘70. Fátima representó en lo de Mirtha el verdadero lugar que la mujer ocupa en una mesa y en la sociedad argentina para LLA. Una mujer sumisa que adhiere sin cuestionamientos a los dichos del hombre, que responde a los cánones hegemónicos de belleza, que se esfuerza por agradar al hombre y seducirlo, que está disponible, que pierde su individualidad para servir. A la mujer que estaba en esa mesa se le preguntó si entendía de política, no sobre qué pensaba sobre política y si cocinaba bien y no quién cocinaba de la pareja. Fátima es camaleónica, pero esa noche caminaron hacia atrás los derechos conquistados de las mujeres como lo hacen los cangrejos.

El verdadero costo del segundo de publicidad

La noche del martes 3 de octubre, Milei apareció en el programa de Marcelo Tinelli, “Bailando 2023”, porque, según él, fue a pasar a buscar a su novia, Fátima, que estaba trabajando. La escena televisiva se mostró improvisada, Tinelli lo fue a buscar al estacionamiento y le rogaba que baje el vidrio de la ventanilla para obtener una declaración. Hasta ese día, no se habían mostrado juntos, el programa de Mirtha se emitió cuatro días después.

 

Pero no es la primera vez que un candidato va en busca de la bendición de Tinelli. El exjefe de Gabinete del Gobierno de la provincia de Buenos Aires, Martín Insaurralde, estuvo varias veces: 2012, 2014 y 2017, pero las más recordadas son aquellas en las que acompañó a quien fuera su pareja, Jesica Cirio, en 2014. Francisco De Narváez también fue a buscar popularidad cuando era candidato a diputado nacional en la provincia de Buenos Aires, en 2009, y enfrentaba a Néstor Kirchner. Se creó en el programa una frase que era repetida hasta por los más chicos: “alica, alicate”. Lo parodiaban con su discurso y propuestas. En este caso, la visibilización que le dio el programa lo catapultó a la popularidad. Misión cumplida para el actual dueño de Walmart. Pero así como la exposición puede llevar a un candidato al punto más álgido de la carrera política, también puede decirle exactamente cuántos minutos le quedan de su vida política y comenzar a leer el consuelo en el momento final. Ese fue el caso del expresidente Fernando De la Rúa cuando visitó el programa en diciembre de 2000, en Showmatch, que se emitía entonces por TELEFE. Fue una aparición accidentada, ese día falló la seguridad presidencial y alguien del público lo increpó y al terminar la entrevista con Tinelli se equivocó de lado para salir del estudio, estuvo perdido y deambulando en pleno aire, quedó tan expuesto que ese día firmó su propia condena. La reglas de juego en la TV son claras, pero la mediatización y la circulación de la significación viajan sobre un bucle infinito.

¿Está mal que un candidato aparezca en un programa popular de televisión? Tal vez no se trate de una cuestión ética o moral, sino que hace ruido que un candidato esté en un programa de entretenimientos y no en uno político, que también tiene un alcance masivo (propio de la televisión), es decir, hace ruido cuando se rompe el contrato de lectura (Verón, 1985), que es el pacto entre el medio de comunicación y el destinatario. El espectador no espera que aparezca Milei en su auto particular, un auto sucio con intención de crear cercanía e identificación, porque ese guiño sí se pudo ver. El espectador puso el Bailando para ver el programa y todos los clichés necesarios que debe tener.

En los espacios de TV que ocupa La Libertad Avanza, dejan en claro que es mentira que la mujer tiene un lugar destacado o de toma de decisión, porque no alcanza con poner a una hermana como jefa de campaña o tener candidatas en las listas.

El principal cuestionamiento es: ¿Qué libertad avanza? ¿La libertad de la llamada Revolución Libertadora de 1955?, ¿aquella que proscribió durante 18 años al movimiento popular más destacado del pasado siglo XX –que continúa vigente en este siglo XXI- que dio verdaderos derechos que sí hicieron más libres a las mujeres y a los hombres? Nos encontramos en un momento de la historia en el que las mujeres tienen un lugar protagónico, a consecuencia de las políticas implementadas durante los gobiernos de Juan y Evita Perón.

*Comunicadora social.

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